Monday, January 24, 2011

Crónica Iztapalapense

Me asomaba a cada rato por la ventana para verificar que el auto aún siguiera ahí. Me dice mi hija que la lleve al baño y al llegar ahí me volví a asomar por la ventana. El auto ciertamente seguía ahí, pero había dos personas maniobrando algo en él.

Con tan buena suerte que traía las llaves conmigo, no las había dejado en mi bolsa, y activé la alarma. El auto empezó su beep constante, lo que provocó que los tipos salieran despavoridos y de paso estrellaran en el piso algo que parecía tener vidrio.

Adios espejos.