Qué quemón...

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Ay queridos compañeros bloggers, qué les cuento... pues resulta que el fucking boiler que me tocó tener en la casa es todo un dolor de cabeza, de hecho, en alguna ocasión postée al respecto. Pues bueno, qué creen que pasó, que se me acaba el gas el viernes, por lo que se apagó el triste boiler. Ya sabía yo que iba a ser un desmadrito prenderlo, de hecho yo no puedo hacerlo, porque está en una ubicación de locos, en el vacío y no se ve hacia dentro, y además con la protección en la ventana, el poder de acción disminuye muchísimo.

Pues bueno, la cosa es que el sábado me lancé por el plomero, para no sufrir yo directamente la venganza del boiler, y pues llegó el hombre y -para variar, como todos los plomeros- se quejó amargamente de la ubicación del boiler y demás. Total, que me dice: su mano es más delgadita, seño, en lo que yo le muevo por acá, usté enciéndale aquí. Y ahí tienen a la Kix muy obediente.

Pero de repente en lo que encendía, no encendía, puto boiler, zacarrácatelas! Flamazo con explosión! Solté un grito y metí la mano en chinga de la ventana. Ví como la piel de mis dedos se hizo arrugadita arrugadita y pensé "ya valió madre". Me ardía horriblemente y en chinga metí la mano en una bandeja con agua. Me puse de la pomada para rozaduras de bebé, porque no tenía vitacilina.

¿Resultado? Chequen. Vean el dedo medio! Se ve hasta grotesco!

:'-( Ay de mí.